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Del abandono de la pregunta.

El tránsito del mundo de la vieja escuela con sus maestros a los nuevos espacios escolares con sus docentes, indica el paso de una lengua a otra lengua, el paso de la lengua de las interpretaciones a la lengua de las decodificaciones, porque docentes y estudiantes se ejercitan en decodificar los lenguajes digitales donde la ambigüedad del sentido ha desaparecido y sólo queda lo inequívoco del texto, del mensaje.

El saber-poder de la clase gobernante colombiana, bajo la presión de organismos internacionales comenzó a globalizar el modelo educativo con tecnologías importadas, imponiendo el modelo por competencias, más allá y más acá de cualquier contexto social-cultural, a nivel local-regional.

Hace más de dos décadas una Ministra de Educación de derecha, impuso definitivamente el modelo que hoy impera, donde el magisterio colombiano no ha tenido como forma de participación democrática un solo suspiro, una sola palabra de aporte. Los modelos pedagógicos se compran a países extranjeros y son los modelos globales los que evalúan la formación de los docentes colombianos.

Los docentes colombianos, domesticados con reformismos pedagógicos camuflados en falacias científicas de objetividad estadística, sujetos de una política represiva simbólica educativa, el libro rojo curricular que les entregan les dice directamente lo que deben decir y hacer en el aula de clase, por lo tanto, la pregunta en contexto está anulada.

Cuando los seres humanos dejen de preguntar y las ranas dejen de croar, no habrá tiempo para preguntarnos si la muerte es inminente. La tierra seguirá su rumbo, envuelta en una nebulosa de destrucción, donde los autores serán los mismos hijos que en los orígenes cantaron y danzaron sobre la corteza terrestre, alegrándose de la madre tierra, de la Pacha mama. Como en el viejo mito, la tierra ha estado siempre envuelta en la telaraña del lenguaje.

Cuando los individuos, los grupos y los colectivos se enmudecen como si ya todo lo que hay que decir y hacer sobre la cresta de nuestros conflictos se haya dicho, nadamos y al tiempo nos bebemos el agua donde lo hacemos sin darnos cuenta que nos estamos ahogando, o repetimos la crónica del gran maestro y señor de la palabra que camina por una calle embebido en la lectura y al no detectar un hueco cae en el pozo y pretende salirse tirándose de las orejas.

Los cambios educativos que registramos en las prácticas pedagógicas nos señalan que la PREGUNTA ya no es el problema fundamental de la relación enseñanza-aprendizaje.

A partir de la década del 70, la tecnología educativa conductista se impuso en el campo educativo, haciendo incorporar entre los maestros una imagen de objetividad científica, donde la estadística nos convertía en objetivos y las variables intercurrentes que apuntaban a los eventos de la vida humana estaban fuera de la ciencia.

Comenzaba la caída simbólica del oficio docente, y en los últimos 50 años los maestros pasamos de reyes a pordioseros de la educación. La frase usual: necesito un puesto aun cuando sea de maestro. Y la educación local-regional en manos y manipulada por los políticos regionales, hace que, por el voto, los padres de los recién graduados, afirmen: nombre a mi hija aun cuando sea de maestra.

El oficio docente se fue desvalorizando y de aquella época en que los padres soñaban con un hijo sacerdote o monja, con un hijo condecorado por la policía o por el ejército, o si los dioses y las estrellas lo habían anunciado, su hijo podía ser maestro por muestras tempranas de inteligencia, la gloria descendía de los cielos.

Simultáneo a la desvalorización social-cultural del oficio docente, la pregunta fue decayendo como cuando se desacelera un motor; ya no fue el motor de la educación, de la enseñanza-aprendizaje.

Hace muchos años que la PREGUNTA como herramienta epistémica para seguir el curso de un saber curricular, fue perdiendo importancia, era la época en que aún los maestros preparaban clase y usaban su cuadernillo; entonces el dicho popular decía: "cada maestrillo con su cuadernillo" y si se pierde el cuadernillo se pierde el maestrillo.

El camino de la escuela se ha producido simultáneamente a la aparición de la filosofía como una forma de interrogación que se pregunta por el puesto del ser humano en el cosmos. Nace la filosofía con los presocráticos y con Sócrates en su forma de sabiduría, y el filósofo como –sophos- como aquel que paladea o saborea los saberes. La cultura griega-romana y la religión cristiana dando figura a la llamada cultura occidental.

A partir del año 2.000, un referente fue materializando su presencia en el territorio colombiano, nuevas tecnologías de la comunicación alteraban la relación del cuerpo con las técnicas para percibir el advenimiento de un nuevo otro mundo con el mundo viejo, y el universo se desplazó del oído al ver, donde el ojo electrónico se impuso como extraño visitante del planeta tierra.

La pregunta reclamándose como acto que determina la dignidad del maestro, perdió su potencial cognitivo, la marca de su creatividad individual y cartillas curriculares circularon verticalmente enseñándole al maestro que sabios tiene la Santa Madre Iglesia del MEN para enseñar a preguntar.

Desde la década del 70, poco a poco aparecieron en Colombia los pedagogos especialistas en reemplazar las preocupaciones de los maestros, aparecieron para decirle, no se preocupen, nosotros sí sabemos porque somos doctores del ojo izquierdo y lo que sabe el ojo izquierdo no lo debe saber el ojo derecho.

Llegaron las tecnologías de la educación y el modelo que se impuso fue el conductista, modelo que mediaba entre el maestro y el alumno, donde la ambigüedad de la pregunta tenía que ausentarse del salón de clase como una persona habladora.